Ahora les
sugiero otro ejercicio: Escriban en una hoja de papel cualquier forma breve
en que ustedes se describirían; por ejemplo, hombre de negocios, sacerdote,
ser humano, católico, judío, cualquier cosa.
Me doy
cuenta de que algunos escriben cosas como fructífero, peregrino en búsqueda,
competente, vivo, impaciente, centrado, flexible, reconciliador, amante,
miembro de la especie humana, demasiado estructurado. Confío en que esto sea
el resultado de observarse uno a sí mismo. Como si estuviera observando a otra
persona.
Pero dénse
cuenta, el "yo" está observándome a "mí". Éste es un
fenómeno interesante que nunca ha dejado de asombrar a los filósofos, místicos,
científicos, psicólogos, que el "yo" pueda observarme a
"mí". Parece que los animales no son capaces de hacer esto.
Parece que se necesita cierta cantidad de inteligencia para poder hacerlo. Lo
que voy a decirles ahora no es metafísica; no es filosofía. Es sencilla
observación y sentido común: Los grandes místicos del Oriente se refieren
realmente al "yo", no al "mí". De hecho, algunos de
estos místicos nos dicen que empezamos primero con las cosas; después
pasamos a una consciencia de los pensamientos (es decir, del "mí"); y
finalmente obtenemos una conciencia del pensador. Las cosas, los
pensamientos, el pensador. Al que realmente estamos buscando es al
pensador. ¿Puede el pensador conocerse a sí mismo? ¿Puedo saber que
es el "yo"? Algunos de estos místicos responden: ¿Puede el
cuchillo cortarse a sí mismo? ¿Puede el diente morderse a sí mismo? ¿Puede el
ojo verse así mismo? ¿Puede el "yo" conocerse a sí mismo? Pero
ahora estoy pensando en algo mucho más práctico, que es decir qué no es
el "yo". Iré tan lentamente como sea posible porque las
consecuencias son devastadoras. Maravillosas o aterradoras, según el punto de
vista de cada cual.
Escuchen
esto: ¿Yo soy mis pensamientos, los pensamientos que estoy pensando? No.
Los
pensamientos van y vienen; yo no soy mis pensamientos. ¿Soy mi cuerpo? Nos dicen
que millones de células de nuestro cuerpo cambian o se renuevan cada minuto, de
manera que después de siete años no tenemos en nuestro cuerpo una célula viva
de las que había en él hace siete años. Las células van y vienen. Las
células se forman y mueren. Pero el "yo" parece que permanece. De
manera que ¿yo soy mi cuerpo? ¡Es evidente que no!
El
"yo" es algo diferente del cuerpo; es algo más. Podría
decirse que el cuerpo es parte del "yo", pero es una parte que
cambia. Se mueve continuamente, cambia continuamente. Le seguimos
dando el mismo nombre, pero él cambia constantemente. Así como les damos el
mismo nombre a las Cataratas del Niágara aunque las Cataratas del Niágara estén
constituidas por agua que cambia continuamente. Usamos el mismo nombre para
una realidad que siempre está cambiando.
¿Y, en
cuanto a mi nombre? ¿"Yo" es mi nombre? Evidentemente, no. No
porque puedo cambiarme de nombre sin que cambie mi "yo". ¿Mi
carrera? ¿Mis creencias? Digo que soy católico, judío. ¿Es eso una parte
esencial del "yo"? Cuando paso de una religión a otra, ¿Ha cambiado
el "yo"? ¿Tengo un nuevo "yo" o es el mismo "yo"
que ha cambiado? En otras palabras, ¿es mi nombre una parte esencial de mí,
del "yo"? Ya mencioné a la niña que le dijo al niño: "¿Eres
presbiteriano?" Bien, alguien me contó otra historia acerca de Patricio.
Patricio va por una calle en Belfast y siente un revólver en la nuca; una voz
le dice: "¿Es usted católico o protestante?" Bien, Patricio tenía que
pensar de prisa. Dice: "Yo soy judío", y la voz le dice: "Yo soy
el árabe más afortunado de todo Belfast". Los rótulos nos importan
mucho. "Yo soy republicano", dice usted. Pero ¿si es realmente?
Es imposible que usted quiera decir que cuando cambia de partido cambia de
"yo". ¿No se trata del mismo viejo "yo" con nuevas
convicciones políticas? Recuerdo haber oído acerca de un hombre que le pregunta
a un amigo:
- ¿Piensas
votar por los republicanos?
- No, voy a
votar por los demócratas - Le contesta el amigo - Mi padre era demócrata, mi abuelo
era demócrata y mi bisabuelo era demócrata.
- Esa
lógica es loca - dice el otro -. Es decir, si tu padre hubiera sido ladrón de
caballos, y tu abuelo hubiera sido ladrón de caballos, y tu bisabuelo hubiera
sido ladrón de caballos ¿qué hubieras sido tu?
- Ah -
respondió el amigo -, entonces sería republicano.
Dedicamos mucho tiempo en la vida a reaccionar a los rótulos, los
nuestros y los de los demás. Identificamos los rótulos con el
"yo". Católico y protestante son rótulos frecuentes. Cierta
vez un hombre fue a ver a un sacerdote y le dijo:
- Padre,
quiero que diga una misa por mi perro.
El
sacerdote se indignó:
- ¿Cómo es
eso? ¿Decir una misa por su perro?
- Era mi
perro consentido - le contestó el hombre - Yo amaba ese perro, y me gustaría
que usted dijera una misa por él.
- Aquí no
decimos misas por perros - replicó el sacerdote -. Pruebe en la iglesia vecina.
Pregunte si pueden celebrarle un servicio.
Cuando el
hombre estaba por irse, le dijo al sacerdote:
- Es una
lástima. Realmente yo amaba a ese perro, iba a pagarle un millón de dólares por
la misa.
Y el
sacerdote dijo:
Espere un
momento, usted no me había dicho que su perro fuera católico.
Cuando
usted está atrapado por los rótulos, ¿qué valor tienen esos rótulos, en cuanto
al "yo"? ¿Podríamos decir que el "yo" no es ninguno de los
rótulos que le adjudicamos? Los rótulos pertenecen al "mi".
Lo que cambia constantemente es el "mi". ¿El "yo"
cambia alguna vez? ¿Cambia alguna vez el observador? El hecho es
que cualquier rótulo en que usted piense (excepto quizá ser humano) debe
aplicarlo al "mi". "Yo" no es ninguna de esas cosas. De
manera que cuando usted sale de usted mismo y observa el "mi",
ya no se identifica con el "mi". El sufrimiento existe
en el "mi", de manera que cuando usted identifica el "yo"
con el "mí" empieza el sufrimiento.
Diga que
tiene miedo, o deseo o ansiedad. Cuando el "yo" no se
identifica con el dinero, o el nombre o la nacionalidad, o las personas o los
amigos, o con cualquier cualidad, el "yo" nunca está amenazado.
Puede ser muy activo, pero nunca está amenazado. Piense en cualquier cosa
que le ha causado o causa dolor o preocupación o ansiedad. En primer
lugar, puede identificar el deseo bajo el sufrimiento; hay algo
que usted desea ardientemente, o no habría sufrimiento. ¿Qué es ese
deseo? En segundo lugar, no es sencillamente un deseo; hay
identificación. De alguna manera, usted se dijo a usted mismo:
"El bienestar del "yo", casi la existencia del
"yo", está ligada con este deseo". Todo
sufrimiento es causado por identificarme con algo, sea que ese algo
esté dentro de mí o fuera de mí.
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