La
vida se volvió lenta y ahí estabas tú para imprimirle velocidad, meterle otra
marcha, inventar trepidantes aventuras.
La
vida se hizo silencio, enmudecieron las calles y en ti encontré el sonido del
mar a través de una caracola. Sonaron las notas dormidas en el polvoriento
piano situado al fondo aquella oscura estancia.
La
vida parecía carente de libertad pero a través de ti voló mi imaginación, pisé
playas de fina arena, contemplé atardeceres, enmudecí ante la belleza de las
mejores obras de arte.
La
vida se vivió aplauso y aplaudí tus tramas, aplaudí a tus protagonistas y a sus
antagonistas, aplaudí tus principios y me inventé nuevos finales.
El
mundo se volvió libro y tú descubriste que siempre fuiste libre, te convertiste
en sus páginas y en la tinta con la que trazar cada línea, de tu muñeca salen
las mejores ilustraciones y hasta el último punto suspensivo.
Cuando
lo esencial se hace invisible a los ojos, la vida se vuelve sueño y los molinos
se convierten en gigantes. Sólo nos queda pensar que aunque corten todas las
flores nunca podrán detener la primavera.
INMA
REYERO DE BENITO.
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