Quiero
decir otra cosa sobre nuestra percepción de la realidad. La diré en forma de
analogía: El presidente de los Estados Unidos necesita información acerca de lo
que piensa la ciudadanía. El Papa en Roma necesita información acerca de toda
la iglesia. Literalmente hay millones de datos que se les podrían dar, pero
ellos no podrían recibirlos todos, y menos comprenderlos. Por eso tienen
personas a quienes confían la elaboración de extractos, que resumen las cosas,
les hacen seguimiento, las filtran y, al final de esto, les llega al
escritorio. Bien, eso es lo que nos pasa a nosotros. Estamos recibiendo
información de la realidad a través de todos los poros o células vivas de
nuestro cuerpo y a través de todos nuestros sentidos, pero constantemente
filtramos las cosas. ¿Quién las filtra? ¿Nuestro condicionamiento?
¿Nuestra cultura? ¿Nuestra programación? ¿La forma en que nos enseñaron ver las
cosas y a experimentarlas? Hasta nuestro idioma puede ser un filtro. Hay tanto
filtro que a veces no vemos las cosas que están ahí. Es
suficiente mirar a una persona paranoica que siempre se siente amenazada por
algo que no está ahí, que constantemente interpreta la realidad en función de
ciertas experiencias del pasado o de ciertos condicionamientos que tenga.
Pero también hay
otro demonio que filtra. Se llama el apego, el deseo, el anhelo. La raíz de
la tristeza es el deseo (no hay pérdida). El deseo vehemente
distorsiona y destruye la percepción. Nos persiguen los temores y los deseos.
Samuel Johnson dijo: "Saber que dentro de una semana va a estar colgado
del patíbulo concentra maravillosamente la mente de un hombre".
Bloquea todo lo demás y se concentra únicamente en el miedo, o en el deseo o en
el anhelo.
A nosotros
nos drogaron de muchas maneras cuando jóvenes. Nos criaron para necesitar a las
personas. ¿Para qué? Para que nos acepten, nos aprueben, nos aprecien, nos
aplaudan - para lograr lo que llamaban el éxito. Esas son palabras que no
corresponden a la realidad. Son convencionalismos, cosas inventadas, pero no
nos damos cuenta de que no corresponden a la realidad. ¿Qué es el éxito?
es lo que un grupo decidió que podría ser una cosa buena.
Otro grupo
decidirá que la misma cosa es mala. Lo que es bueno en Washington
puede considerarse malo en un monasterio cartujo. El éxito en un círculo
político puede considerarse como un fracaso en otros círculos. Son
convencionalismos, pero los tratamos como si fueran realidades, ¿verdad? Cuando
éramos jóvenes nos programaron para la desdicha. Nos enseñaron que para ser
felices se necesita dinero, éxito, una pareja hermosa o bien parecida, un buen
empleo, amistad, espiritualidad, Dios - y todo lo demás. Nos
dijeron que si no conseguíamos esas cosas no seríamos felices. Ahora, eso es lo
que yo llamo un apego. Un apego es creer que sin algo no seremos felices (Necesidades
falsas). Una vez que nos convencemos de eso - y se nos mete en el
subconsciente, queda impreso en las raíces de nuestro ser - se acabó. "¿Cómo
puedo ser feliz a menos que tenga buena salud?", dice usted. Pero le
voy a decir algo: He conocido personas que se estaban muriendo de cáncer y eran
felices. ¿Cómo podían ser felices si sabían que se iban a morir? Pues eran
felices.
"¿Cómo
puedo ser feliz ni no tengo dinero?". Una persona tiene un
millón de dólares en el banco y se siente insegura; la otra persona
prácticamente no tiene dinero, pero no parece sentir ninguna inseguridad. La
programaron de manera diferente, eso es todo. Es inútil
exhortar a la primera hacer lo que debe hacer; necesita comprender. Las
exhortaciones no ayudan mucho. Necesita comprender que la
programaron; es una creencia falsa. Véala como falsa, véala como una
fantasía. ¿Qué hace la gente durante toda la vida? Está ocupada peleando;
pelea, pelea, pelea. A eso lo llaman sobrevivir. Cuando el estadounidense
promedio dice que se está ganando la vida, no se está ganando la vida. ¡Ah, no!
Tiene mucho más de lo que necesita para vivir. Vengan a mi país y lo verán.
Para vivir ellos no necesitan todos esos automóviles. Para vivir no necesitan
un televisor. Para vivir no necesitan maquillaje. Para vivir no necesitan toda
esa ropa. Pero trate de convencer de esto a un estadounidense. Les han
lavado el cerebro; los han programado. de manera que trabajan y luchan por
obtener el objeto deseado que los hará felices. Escuche
esta triste historia - su historia, mi historia, la historia de todo el mundo -:
"Hasta que consiga esto (dinero, amistad, cualquier cosa) no seré feliz;
tengo que luchar por conseguirlo y luego, cuando lo consiga, tengo que luchar
por conservarlo. Tengo una emoción pasajera. ¡Ah, estoy tan emocionado! ¡Ya lo
conseguí!”. Pero ¿cuánto tiempo dura eso? Unos minutos, máximo unos días.
Cuando consigue su automóvil nuevo ¿cuánto tiempo dura la emoción?
Hasta que su siguiente apego se vea amenazado.
La verdad
sobre una emoción es que después de un tiempo me canso de ella. Me
dijeron que la oración esa algo extraordinario; me dijeron que Dios era algo
extraordinario; me dijeron que la amistad era algo extraordinario. Y sin saber
qué era realmente la oración y sin saber qué era realmente Dios, sin saber lo
que era realmente la amistad, les dimos mucha importancia. Pero después de un
tiempo nos aburrimos de ellos - nos aburrimos de la oración, de Dios, de
la amistad. ¿No es eso patético? Y no hay manera de escapar,
sencillamente no hay manera de escapar. Es el único modelo que nos dieron: ser
felices. No nos dieron ningún otro modelo. Nuestra cultura, nuestra sociedad y,
siento decirlo, nuestra religión, no nos dieron ningún otro modelo. Lo acaban
de nombrar cardenal. ¡Qué gran honor! ¿Honor? ¿Dijo usted honor? Se equivocó de
palabra.
Ahora otros
van a aspirar a lo mismo. Usted cayó en lo que los evangelios llaman "el
mundo" y va a perder su alma. El mundo, el poder, el prestigio, el
triunfo, el éxito, el honor, etc., no existen. Usted gana “mundo”
pero pierde el alma. Toda su vida ha estado vacía y sin
alma. Ahí no hay nada. Sólo hay una manera de escapar, ¡desprogramarse! ¿cómo se
hace eso? Tomando consciencia de la programación. Usted no
puede cambiar por un esfuerzo de la voluntad; no puede cambiar por medio de
ideales; no puede cambiar adoptando nuevos hábitos. Su comportamiento puede
cambiar, pero no usted. Usted sólo cambia por medio de la consciencia y
la comprensión. Cuando usted vea una piedra como una piedra y un pedazo de papel
como un pedazo de papel, ya no piensa que la piedra es un diamante precioso y
no piensa que el pedazo de papel es un cheque por mil millones de dólares.
Cuando vea esto, cambia. Ya no hay violencia en el intento de cambiar. De otra
manera, lo que usted llama cambio es sencillamente cambiar de sitio los
muebles. Su comportamiento cambia, pero usted no.
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