martes, 26 de mayo de 2020

JOAN SÁNCHEZ-FORTÚN - YO, ESE SER DESCONOCIDO



De la misma manera que el conocimiento interior hace libre al ser humano, su desconocimiento lo esclaviza, sometiéndolo al sufrimiento prolongado, improductivo e innecesario. Aumenta sus miedos, ansiedad e inseguridad, determina la pérdida de su identidad e imposibilita desarrollar una vida más plena consigo mismo y con sus semejantes.

Si caminamos sin brújula ni orientación, sentiremos la sensación de estar perdidos físicamente. Mucho más doloroso resulta cuando estamos perdidos interiormente, al ignorar el sentido humano y existencial que daremos a nuestra vida, con lo cual provocaremos un grave y doloroso conflicto: la pérdida de realidad y el desconocimiento de nuestros límites. Iniciaremos así una etapa dolorosa, cuyo único fin debería ser el de cobrar conciencia de nuestras carencias personales y afectivas para poder, entonces, iniciar un beneficioso y productivo proceso evolutivo e integrador.

Diversas son las causas que provocan este desconocimiento interior. Muy destacadamente, el grado de involución, consecuencia de nuestra inmadurez; culpar al prójimo de los actos injustificables para liberarnos de nuestras responsabilidades. Rechazar sistemáticamente toda opinión desfavorable dificultará que interioricemos nuestros errores para conseguir así una posterior rectificación.

Actitudes relacionadas con el orgullo, la soberbia y la prepotencia son compañeros indeseables cuando anidan en nuestro ser, nos aíslan patológicamente de la realidad, con el consiguiente sufrimiento. Opinar antes que preguntar, creerse en posesión de la verdad, vivir aislados «autísticamente» en nuestra burbuja como actitud «protectora y cómoda», no es el mejor camino para descubrirnos interiormente como seres humanos.

La escucha y el diálogo responsables e integradores; cobrar conciencia de la realidad para afrontar y reconocer nuestros límites, así como la superación de los miedos ―complementando lo aportado anteriormente―, posibilitarán que dejemos de ser unos desconocidos de nosotros mismos.

Si el conocimiento interior hace libre al ser humano, ¿qué espera para ser libre? ¿O prefiere vivir en su total ignorancia existencial, con el consiguiente sufrimiento que conlleva?

UN SALUDO.
JOAN SÁNCHEZ-FORTUN

2 comentarios:

  1. Hablas de descubrir carencias. ¿No sería más interesante descubrir fortalezas? Cuando uno se centra mucho en lo que le falta, atrae más a su vida ese sentimiento y realidad, pero cuando te centras más en tus fortalezas, en lo que eres y tienes, atraes más sentimiento de seguridad.
    Gracias, Joan.

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  2. Apreciado Juan. Si todos los caminos conducen a Roma, puede que uno sea más favorable que otro.Bienvenida la fórmula que nos pueda ser útil a los humanos para el encuentro con uno mismo. Las fortalezas o valores que poseemos debemos potenciarlos, siempre en beneficio de nuestro semejante.Esto no nos crea ningún problema: al contrario. Estas fortalezas que hemos incorporado en forma de valores no nos harán ni haremos sufrir.Pero, para descubrir estos valores, antes debemos cobrar conciencia de nuestros errores para a continuación: erradicarlos. Creo que el problema del ser humano, es justamente el no reconocimiento de sus errores: la culpa siempre es del otro. Hablar de fortalezas y valores sí. Hablar de carencias es recordarnos el duro camino que aún nos falta por recorrer.Si uno mismo no se lo recuerda,improbablemente pueda rectificar. Probablemente, nos encontraremos en Roma. Buen viaje.Será un placer.
    Con afecto,
    Joan

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