Eso todavía
nos deja una gran pregunta: ¿Hago algo para cambiarme a mí mismo?
¡Le tengo
una gran sorpresa, muchas buenas noticias!
Usted no
tiene que hacer nada. Cuanto más haga, peor será. Todo lo que tiene que hacer
es comprender.
Piense en
alguien con quien vive o con quien trabaja y que no le parece agradable, que le
causa sentimientos negativos. Veamos lo que sucede. Lo primero
que usted necesita comprender es que el sentimiento negativo está en usted. Usted
es el responsable del sentimiento negativo, no la otra persona. Otra
persona en su lugar estaría completamente calmada y a sus anchas en presencia
de esa persona; no se afectaría. Usted sí. Ahora comprenda otra cosa:
usted está haciendo una exigencia. Usted espera algo de esta
persona ¿entiende? Entonces dígale a esa persona. "Yo no tengo
el derecho de exigirle nada a usted". Al decir eso,
descartará su expectativa. "Yo no tengo derecho a exigirle nada a
usted. Claro que me protegeré de las consecuencias de sus acciones o de su mal
humor o de lo que sea, pero puede seguir adelante y ser lo que
quiera ser. No tengo derecho a hacerle ninguna exigencia".
Mire lo que
le sucede a usted cuando hace esto. Si encuentra resistencia para decirlo,
cuánto va a descubrir sobre usted mismo. Permita que el dictador que
hay en usted salga a la luz. Usted pensaba que era un cordero,
¿verdad? Pero yo soy un tirano y usted es un tirano. Una pequeña variación de
"yo soy un asno, usted es un asno". Yo soy un dictador, usted
es un dictador. Yo quiero organizarle su vida; quiero decirle exactamente cómo
se espera que sea y cómo se espera que se comporte, y es mejor que usted se
comporte como yo he decidido o me castigaré a mí mismo con sentimientos
negativos. Recuerde lo que les dije: todos somos locos.
Una mujer
me contó que su hijo había obtenido un premio en la escuela secundaria. Lo
había ganado por excelencia deportiva y académica. Ella se alegraba, pero casi
tenía la tentación de decirle: "No te confíes en ese premio porque está
preparándote para cuando no lo puedas hacer tan bien". Ella estaba en un
dilema: cómo prevenir su futura desilusión sin desilusionarlo ahora.
Esperamos
que él aprenda a medida que ella crezca en sabiduría. No se trata de lo que
ella diga. es algo que ella llegará a ser. Entonces comprenderá. entonces sabrá
qué decir y cuándo decirlo. Ese premio fue el resultado de la competición, la
cual puede ser cruel si se basa en el odio a uno mismo y a los demás. La gente se
siente bien sobre la base de que otros se sientan mal; usted
gana derrotando a otro. ¿No es terrible? ¡Aceptado como obvio en un manicomio!
Un médico
norteamericano escribió sobre el efecto de la competición en su vida. Él
asistió a una escuela de medicina en Suiza, en la cual había un grupo
grande de norteamericanos. Cuenta que algunos de los estudiantes se
conmocionaron cuando se dieron cuenta que no había calificaciones, no había
premios, no había cuadro de honor, no había un primer o segundo puesto en
la escuela. El estudiante aprobaba o no aprobaba. Dijo: "Algunos no
podíamos aceptarlo. Nos volvimos casi paranoicos. creíamos que tenía que haber
algún truco". De manera que algunos se fueron para otra escuela. Los
que se quedaron descubrieron algo extraño que nunca habían encontrado en las
universidades norteamericanas: Los estudiantes brillantes les ayudaban a los
otros a aprobar, compartiendo con ellos sus apuntes. El hijo de este
médico asiste a la escuela de medicina de los Estados Unidos y le cuenta que,
en el laboratorio, la gente frecuentemente altera el microscopio de manera que
el siguiente estudiante demore tres o cuatro minutos en ajustarlo. Competición.
Tienen que tener éxito, tienen que ser perfectos. Y relata
una bella historia, la cual dice él que es verdadera, pero que podría ser una
hermosa parábola. Había una aldea en los Estados Unidos en donde la gente se
reunía por la tarde a escuchar música. Tenían un saxofonista, un tamborero y un
violinista, la mayoría de ellos, personas de edad. se reunían para estar juntos
y para gozar de la música, aunque no la ejecutaban muy bien. De manera que se
divertían, gozaban, hasta que un día decidieron conseguir un nuevo director que
tenía mucha ambición y mucha energía.
El nuevo
director les dijo: "Amigos, tenemos que dar un concierto; tenemos que
preparar un concierto para la aldea". Luego, gradualmente, fue descartando
a algunas de las personas que no tocaban muy bien, contrató algunos músicos
profesionales, organizó la orquesta, y los nombres de todos aparecieron en el
periódico. ¿No era maravilloso? De manera que decidieron mudarse a la gran
ciudad y tocar allí. Pero algunos de los ancianos con lágrimas en los ojos,
dijeron: "Era tan maravilloso en aquellos tiempos cuando hacíamos mal
las cosas y gozábamos con ellas". De manera que la crueldad
entró a su vida, pero nadie la reconoció como crueldad. ¡Miren cuán loca se ha
vuelto la gente!
Algunos de
ustedes me preguntan qué quería decir cuando expresé: "Usted
sea usted mismo, eso está bien, pero yo me protegeré, yo seré yo mismo". En otras
palabras, no permitiré que usted me manipule. Yo viviré
mi propia vida; iré por mi propio camino; permaneceré libre para pensar mis
pensamientos, para seguir mis inclinaciones y mis gustos. Y a usted le diré que
no. Si siento que no quiero estar en su compañía, no será por ningún
sentimiento negativo que usted provoque en mí. Porque ya no lo provoca. Usted
ya no tiene poder sobre mí. Sencillamente, quizá prefiera la compañía de
otras personas. De manera que cuando usted me diga: "¿Vamos al cine esta
noche?" yo diré: "Lo siento, quiero ir con otra persona; me gusta la
compañía de ella, más que la suya". Y eso está bien. decirle que no a la
gente - es maravilloso; es parte del despertar. Parte del
despertar es que usted vive su vida como le parece. Y compréndalo; eso no es
egoísmo. Lo egoísta es exigir que otro viva su vida de acuerdo con los
gustos de usted. O con su orgullo, o con su ganancia, o con su placer. Eso sí es
egoísmo. de modo que me protegeré. No me sentiré obligado a estar con usted; no
me sentiré obligado a decirle que sí. Si su compañía me parece agradable,
la disfrutaré sin aferrarme a ella. Pero ya no
lo evito a usted a causa de algún sentimiento negativo que usted produce en mí.
Usted ya no tiene ese poder.
El
despertar debe ser una sorpresa. Cuando usted no espera que algo
suceda, y sucede, usted se sorprende. Cuando la esposa de Webster lo encontró
besando a la empleada doméstica, le dijo que estaba muy sorprendida. Webster
era escrupuloso en el uso preciso de las palabras (lo cual es comprensible,
puesto que escribió un diccionario), de manera que le dijo: "No, querida,
el sorprendido fui yo. ¡Tú estás atónita!".
Algunas
personas hacen del despertar una meta. Están decididas a lograrlo;
dicen: "Me niego a ser feliz hasta que haya despertado". En
ese caso, es mejor que usted sea como es; sencillamente ser consciente de su
manera de ser. La simple consciencia es felicidad, comparada con el esfuerzo de
reaccionar siempre. La gente reacciona tan rápido porque no es
consciente. Pero a medida que se desarrolla la consciencia, usted reacciona menos y
actúa más. Realmente no importa.
Cuentan que
un discípulo le dijo a su gurú que se iba para un sitio lejano a meditar con la
esperanza de lograr despertar. de manera que cada seis meses le enviaba a su
gurú una nota para informarlo acerca de su progreso. El primer informe decía:
"Ahora comprendo lo que significa perderse a sí mismo". El gurú
rompió la nota y la tiró al recipiente de la basura. A los seis meses, recibió
otro informe que decía: "Ahora he logrado ser sensible a todos los
seres". También la rompió. Un tercer informe decía: "Ahora comprendo
el secreto de lo uno y de lo múltiple". También lo rompió. Y así siguió
durante años, hasta que no llegaron más informes. Después de un tiempo, al gurú
le dio curiosidad, y un día se encontró con un viajero que iba a ese sitio
lejano. El gurú le dijo: "¿Por qué no averigua qué le pasó a ese hombre?
Finalmente recibió una nota de su discípulo. Decía: "¿Qué
importa? Y cuando el gurú la leyó dijo: "¡Lo logró! ¡Lo
logró! ¡Finalmente lo logró!".
Y tenemos
la historia de un soldado que estaba en el campo de batalla y que, sencillamente,
dejaba su rifle en el suelo, recogía un pedazo de papel que había por ahí y lo
miraba. Luego lo dejaba caer al piso. Después se dirigía a otra parte y hacía
lo mismo. Los demás decían: "Ese hombre se está exponiendo a la muerte.
Necesita ayuda". De manera que lo hospitalizaron y consiguieron al mejor psiquiatra
para que lo tratara. Pero eso no parecía producir ningún efecto, el soldado
andaba por los pabellones recogiendo pedazos de papel, los miraba
distraídamente y los dejaba caer al suelo. Finalmente dijeron: "Tenemos
que licenciar a este hombre". De manera que lo llamaron y le dieron un
certificado de licenciamiento; él lo tomó distraídamente, lo miró y gritó:
"¿Éste es? ¿Es este? Finalmente lo logró.
De manera
que empiecen por ser conscientes de su situación actual, cualquiera que
ella sea. Deje de ser un dictador. Deje de tratar de forzarse a algo. Entonces,
algún día comprenderá que sencillamente, por la consciencia usted
logró lo que estaba tratando de conseguir.
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