No haga
exigencias en su búsqueda de la consciencia. Es
más bien como la obediencia de las leyes de tránsito. Si uno no
las observa, paga un precio. En los Estados Unidos se conducen los vehículos
por el lado derecho de la vía; en Inglaterra se conducen por la izquierda; en
la India se conducen por la izquierda. Si uno no lo hace, paga un precio; no
hay lugar para sentimientos lastimados o para exigencias o para expectativas;
sencillamente, se cumplen las leyes de tránsito.
Usted
pregunta en dónde entra la compasión, en dónde entra la culpa en todo esto. Lo
sabrá cuando despierte. Si ahora mismo se siente culpable ¿cómo puedo
explicárselo? ¿Cómo sabría lo que es la compasión? A veces la gente trata de
imitar a Cristo, pero cuando un mico toca el saxofón, eso no lo convierte en un
músico. No se puede imitar a Cristo imitando su comportamiento externo.
Hay que ser Cristo. Entonces sabrá usted qué hacer en una
situación particular, teniendo en cuenta su temperamento, su carácter y
el carácter y el temperamento de la persona con la que está tratando. Nadie
tiene que decírselo. Pero para eso usted tiene que ser lo que Cristo era. Una
imitación exterior no lo llevará a ninguna parte. Si usted cree que la
compasión implica debilidad, entonces no puedo describirle la compasión, no hay
forma, porque la compasión puede ser muy dura. La compasión puede ser muy
brusca, la compasión puede sacudirlo, la compasión puede remangarse y
"operarlo". La compasión es muchas cosas. La compasión puede ser muy
dulce, pero no hay manera de saberlo. Solamente cuando usted se convierta
en amor - en otras palabras, cuando usted haya dejado sus ilusiones y sus
afectos - "sabrá".
A medida que
usted se identifique menos con el "yo (ego)" (la imagen de Vd., pero
no su Yo superior), se irá sintiendo más cómodo con todos y con todo. ¿Sabe por
qué? Porque ya no teme que alguien lo lastime o no guste de usted. Ya no quiere
impresionar a nadie. ¿Puede imaginarse el alivio cuando ya no
quiera impresionar a nadie? ¡Qué descanso! ¡Qué felicidad! Ya no siente la
necesidad de explicar las cosas. ¿Qué hay que explicar? Y ya no se
siente la necesidad de presentar excusas. Yo preferiría oírle decir:
"Desperté", que oírle decir: "Lo siento muchísimo".
Preferiría que me dijera: "Desde la última vez que nos vimos he
despertado; lo que le hice no volverá a suceder", que oírle decir:
"Siento mucho lo que le hice". ¿Por qué habría que presentar excusas?
Ahí hay algo que usted puede explorar. Aún en el caso de que alguien haya sido
desconsiderado con uno, no hay lugar para pedir excusas.
Nadie fue
desconsiderado con uno. Fue desconsiderado con lo que pensaba que era uno, pero
no con uno. A usted nunca lo rechazan; rechazan solamente lo que creen que
usted es. Pero eso es de doble dirección. Tampoco lo aceptan siempre.
Hasta que despiertan, las personas sencillamente aceptan o rechazan la
imagen que tienen de usted. Han fabricado una imagen de
usted, y la rechazan o la aceptan. Vean lo desbastador que es profundizar en
esto. Es un poco demasiado liberador. Pero qué fácil es amar a los demás cuando
se comprende esto. Qué fácil es amar a todo el mundo cuando uno no se identifica con
lo que ellos se imaginan que es uno o que son ellos. Se vuelve
fácil amarlos, amarlos a todos. Yo me observo a "mi", pero no pienso
en "mí", porque el "mí" que piensa también piensa muchas
veces mal. Pero cuando me observo a "mí", estoy totalmente
consciente de que se trata de una reflexión. En realidad, uno no piensa
realmente en "yo" y en "mí". Uno es como una persona que
conduce un automóvil; no quiere perder la conciencia acerca de ese automóvil. Está
bien soñar despierto, pero uno no debe perder la conciencia acerca de lo que lo
rodea. Debe estar siempre alerta. Es como una madre que duerme; no oye los
aviones que pasan por encima de la casa, pero oye el menor gemido de su bebé.
Ella está alerta; en ese sentido, está despierta. Uno no puede decir nada
acerca de estar despierto; solamente puede hablar acerca de estar dormido.
Uno sugiere el estado del despertar. No puede decir nada de la felicidad.
La felicidad no se puede definir. Lo que se puede definir es la infelicidad.
Deje la infelicidad y sabrá. El amor no
se puede definir; el desamor sí. Deje el desamor, deje el miedo, y sabrá. Queremos
averiguar cómo es la persona despierta. Pero usted sólo lo sabrá cuando llegue
allí.
¿Estoy
sugiriendo, por ejemplo, que no debemos hacerles exigencias a nuestros hijos?
Lo que dije fue: "Usted no tiene derecho a hacer exigencias". Tarde o
temprano, ese hijo va a tener que liberarse de usted, de
acuerdo con la instrucción del Señor. Y usted no tendrá ningún derecho sobre
él. En verdad él realmente no es su hijo, o nunca lo fue. Él le
pertenece a la vida, no a usted. Nadie pertenece a usted. De lo
que usted está hablando es de la educación de su hijo. Si quiere almorzar,
venga entre las doce y la una o no habrá almuerzo, y punto. Así es como son las
cosas aquí. Si no viene a tiempo, no almuerza. Usted es
libre, eso es verdad, pero debe aceptar las consecuencias.
Cuando
hablo de no esperar nada de los demás, o de no hacer exigencias, me refiero a
esperar y exigir algo para mi propio bienestar.
Obviamente, el presidente de un país tiene que hacer exigencias a la gente. El
policía de tránsito tiene que hacer exigencias a la gente. Pero son exigencias
sobre su comportamiento - Leyes de tránsito, buena organización, el
funcionamiento adecuado de la sociedad. No se propone hacer sentir bien al
presidente ni al policía de tránsito.
ANTHONY DE MELLO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.