domingo, 10 de mayo de 2020

27.- CHARLAS DE ESPIRITUALIDAD DE ANTHONY DE MELLO CHARLA 27 UNA PERSONA TRANSFORMADA



No haga exigencias en su búsqueda de la consciencia. Es más bien como la obediencia de las leyes de tránsito. Si uno no las observa, paga un precio. En los Estados Unidos se conducen los vehículos por el lado derecho de la vía; en Inglaterra se conducen por la izquierda; en la India se conducen por la izquierda. Si uno no lo hace, paga un precio; no hay lugar para sentimientos lastimados o para exigencias o para expectativas; sencillamente, se cumplen las leyes de tránsito.

Usted pregunta en dónde entra la compasión, en dónde entra la culpa en todo esto. Lo sabrá cuando despierte. Si ahora mismo se siente culpable ¿cómo puedo explicárselo? ¿Cómo sabría lo que es la compasión? A veces la gente trata de imitar a Cristo, pero cuando un mico toca el saxofón, eso no lo convierte en un músico. No se puede imitar a Cristo imitando su comportamiento externo. Hay que ser Cristo. Entonces sabrá usted qué hacer en una situación particular, teniendo en cuenta su temperamento, su carácter y el carácter y el temperamento de la persona con la que está tratando. Nadie tiene que decírselo. Pero para eso usted tiene que ser lo que Cristo era. Una imitación exterior no lo llevará a ninguna parte. Si usted cree que la compasión implica debilidad, entonces no puedo describirle la compasión, no hay forma, porque la compasión puede ser muy dura. La compasión puede ser muy brusca, la compasión puede sacudirlo, la compasión puede remangarse y "operarlo". La compasión es muchas cosas. La compasión puede ser muy dulce, pero no hay manera de saberlo. Solamente cuando usted se convierta en amor - en otras palabras, cuando usted haya dejado sus ilusiones y sus afectos - "sabrá".

A medida que usted se identifique menos con el "yo (ego)" (la imagen de Vd., pero no su Yo superior), se irá sintiendo más cómodo con todos y con todo. ¿Sabe por qué? Porque ya no teme que alguien lo lastime o no guste de usted. Ya no quiere impresionar a nadie. ¿Puede imaginarse el alivio cuando ya no quiera impresionar a nadie? ¡Qué descanso! ¡Qué felicidad! Ya no siente la necesidad de explicar las cosas. ¿Qué hay que explicar? Y ya no se siente la necesidad de presentar excusas. Yo preferiría oírle decir: "Desperté", que oírle decir: "Lo siento muchísimo". Preferiría que me dijera: "Desde la última vez que nos vimos he despertado; lo que le hice no volverá a suceder", que oírle decir: "Siento mucho lo que le hice". ¿Por qué habría que presentar excusas? Ahí hay algo que usted puede explorar. Aún en el caso de que alguien haya sido desconsiderado con uno, no hay lugar para pedir excusas.

Nadie fue desconsiderado con uno. Fue desconsiderado con lo que pensaba que era uno, pero no con uno. A usted nunca lo rechazan; rechazan solamente lo que creen que usted es. Pero eso es de doble dirección. Tampoco lo aceptan siempre. Hasta que despiertan, las personas sencillamente aceptan o rechazan la imagen que tienen de usted. Han fabricado una imagen de usted, y la rechazan o la aceptan. Vean lo desbastador que es profundizar en esto. Es un poco demasiado liberador. Pero qué fácil es amar a los demás cuando se comprende esto. Qué fácil es amar a todo el mundo cuando uno no se identifica con lo que ellos se imaginan que es uno o que son ellos. Se vuelve fácil amarlos, amarlos a todos. Yo me observo a "mi", pero no pienso en "mí", porque el "mí" que piensa también piensa muchas veces mal. Pero cuando me observo a "mí", estoy totalmente consciente de que se trata de una reflexión. En realidad, uno no piensa realmente en "yo" y en "mí". Uno es como una persona que conduce un automóvil; no quiere perder la conciencia acerca de ese automóvil. Está bien soñar despierto, pero uno no debe perder la conciencia acerca de lo que lo rodea. Debe estar siempre alerta. Es como una madre que duerme; no oye los aviones que pasan por encima de la casa, pero oye el menor gemido de su bebé. Ella está alerta; en ese sentido, está despierta. Uno no puede decir nada acerca de estar despierto; solamente puede hablar acerca de estar dormido. Uno sugiere el estado del despertar. No puede decir nada de la felicidad. La felicidad no se puede definir. Lo que se puede definir es la infelicidad. Deje la infelicidad y sabrá. El amor no se puede definir; el desamor sí. Deje el desamor, deje el miedo, y sabrá. Queremos averiguar cómo es la persona despierta. Pero usted sólo lo sabrá cuando llegue allí.

¿Estoy sugiriendo, por ejemplo, que no debemos hacerles exigencias a nuestros hijos? Lo que dije fue: "Usted no tiene derecho a hacer exigencias". Tarde o temprano, ese hijo va a tener que liberarse de usted, de acuerdo con la instrucción del Señor. Y usted no tendrá ningún derecho sobre él. En verdad él realmente no es su hijo, o nunca lo fue. Él le pertenece a la vida, no a usted. Nadie pertenece a usted. De lo que usted está hablando es de la educación de su hijo. Si quiere almorzar, venga entre las doce y la una o no habrá almuerzo, y punto. Así es como son las cosas aquí. Si no viene a tiempo, no almuerza. Usted es libre, eso es verdad, pero debe aceptar las consecuencias.

Cuando hablo de no esperar nada de los demás, o de no hacer exigencias, me refiero a esperar y exigir algo para mi propio bienestar. Obviamente, el presidente de un país tiene que hacer exigencias a la gente. El policía de tránsito tiene que hacer exigencias a la gente. Pero son exigencias sobre su comportamiento - Leyes de tránsito, buena organización, el funcionamiento adecuado de la sociedad. No se propone hacer sentir bien al presidente ni al policía de tránsito.

ANTHONY DE MELLO

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